39º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA NEVANDO EN LA GUINEA

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39º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA

NEVANDO EN LA GUINEA*

NºXXXIX   02-01-2.010

 

*Número dedicado a Zoila Rosa Villar Otero, con esperanzas.

 

EDITORIAL XXXIX

La poética de la crisis

Se acaba el 2009 y comienza el 2010. Si hay una palabra que protagoniza este cambio de año, es la palabra crisis. No es para tomárselo a broma, nada más lejos de nuestra intención: muchas personas, sus familias y su entorno lo pasan mal, el desaliento es enorme, la falta de expectativas resulta angustiosa. Al mismo tiempo, para un amplio número de personas, no lo olvidemos, la situación no ha empeorado por la sencilla razón de haber sido siempre mala, incluso en épocas de bonanza. La crisis supone un retroceso para los sectores más desfavorecidos, los que siempre pagan el pato. Entonces, ¿por qué hablamos de poética? 

Porque la crisis (re)plantea muchas cosas y sobre todo cuestiona el (des)orden de este mundo.  Porque nos enfrenta a una realidad que en épocas de bonanza se distorsionó. Porque nos lleva a mirar nuestra situación con crítica, sin falsa satisfacción. Porque nos obliga a pensar en profundidad. Desde luego, no creemos que la pobreza sea romántica ni atrayente. Pero cuando muchos países se creían los amos del mundo, verse en dificultades les permite ponerse en su propia realidad.

Y eso tiene mucho de poético.

El sistema capitalista más neoliberal ha querido despojarnos de la cultura en beneficio del lucro, de la reflexión a favor de lo rentable, lo ha convertido todo en negocio y si algo no servía para sus fines, se dejaba fuera. La reforma universitaria en Europa, el denominado Plan Bolonia, es una prueba de ello: el saber supeditado a la rentabilidad, la cultura ensombrecida por las hojas de resultados.

Si esta crisis nos permite abrir los ojos colectivos, bienvenida sea. No nos alegramos del sufrimiento de mucha gente, pero sí que hemos de saludar que las cosas se relativicen y reflexionemos sobre nuestras capacidades. Sólo así la cultura saldrá reforzada. Porque cuestionar la realidad conlleva dar alas al pensamiento. Eso nos llevará a una época más creativa.

Cuestionar el (des)orden del mundo nos hace libres. Pero hemos de tener herramientas para poder llevar a cabo dicho cuestionamiento. De ahí que hayamos dedicado algunas editoriales al preocupante estado de la educación. Es evidente que al poder le interesa que la gente salga de la escuela dóciles, por tanto incultos. Un individuo culto es un individuo que puede llegar a conocerse a sí mismo y a su entorno, no hay nada más peligroso para el poder: un ser humano con herramientas para pensar y sacar conclusiones le da más miedo que todos los fanáticos armados, porque éstos son una baza para la represión; aquel, por el contrario, puede cuestionarle.

De allí que desde Nevando en la Guinea deseemos prosperidad para el 2010, sí, pero sobre todo reflexión, cultura, poesía, todas ellas armas subversivas que nos alientan a cuestionarlo todo. Por tanto, a ser mejores.

NO ME ENCONTRARON

 

Federico, ¿dónde está tu voz?

¿dónde está tu suspiro carnal y trémulo?

¿qué voz se esconde tras tu piano alegre?

Esa voz inusitada que busca a tu nombre

en los senderos de mortaja y de silencio sometido.

La voz del poeta silenciada tras el vínculo

de sangre, de páramo y de teorema punzante

que avisa de que el hombre es oscuridad y abismo,

es injusticia y venganza que espera traicionera,

(la rencilla es más poderosa que el griterío del mujerío).

Tu voz es una noche que parte entre el misterio,

una noche donde la pólvora del cazador

te encuentra rodeado de vírgenes profanas

y sirenas de mares nuevos que lo yermo acaparan

y rezan salmos a la inercia de tus párpados,

tus párpados cerrados, entre ceniza y musgo,

tierra donde la tierra es sólo el horizonte,

es hoyo de nadir arrodillado,

es linde con su límite dormido.

Esta sombra lleva tu nombre tatuado de símbolo

y desnudez floral, patio vacío es tu mutismo,

parturienta de noches en toque de queda,

tu canto parte desde las entrañas de la Tierra.

Eres voz cautiva con toda su libertad sedienta.

Soy poeta por ti, divino poeta sin voz,

soy poeta perdido entre la incógnita fría,

te ruego el abrazo del mar a su costa,

te doy mi firmamento compacto

entre constelación inquieta y escalofrío de astro,

que indaga en tu susurro de canción e imagen tardía,

sendero rumiante que escojo en tu pulso,

pulso de rabia redonda y gitana donde la espiga

quiere ser pájaro vertical, y el sueño

quiere ser doliente calma en la siesta bajo el roble,

silencio es tu voz de cenit y paisaje que dormita

con toda la hermosura de mi plegaria encendida,

que como tú, está predestinada al silencio

del vinilo y el magnetófono

de las psicofonías que buscan la voz asesinada.

Por Cecilio Olivero Muñoz

Pensamiento positivo

 

 

– La cuestión es tener un pensamiento positivo. -me dijo, yo me la quedé mirando, extrañado, como si me hablara otro idioma ininteligible- Por ejemplo, quitarte ese miedo que te atenaza.

– No es tan fácil -repliqué-, tú no eliges el miedo, sino que el miedo te elige a ti. -En realidad, no me apetecía mantener una conversación psicológica con una recién licenciada en psicología que conservaba además toda la pasión por su disciplina.

– Ya, pero se trata de mantener controlado todo ese miedo … -Y aquí comenzó un monólogo del que simplemente me desentendí.

         Beatriz era sin duda una mujer maravillosa, atractiva, poco neurótica, inteligente, hablaba de literatura con conocimiento, el de quien ha leído mucho y bien. El único problema es que consideraba que los problemas, todos, tenían solución. Sobre todo los que ella creía poder curar.

         No me había enamorado. Sólo sentía una enorme confianza y comodidad junto a ella. Desde que la conocí, me la presentó Sara, charlamos largo y tendido muchas tardes que nos encontrábamos en el Café Atlántico. Ambos vivíamos cerca, por lo que nuestros encuentros comenzaron a ser frecuentes. Nos reuníamos casi a diario y sólo cuando algún compromiso se lo impedía dejábamos de vernos. Esas tardes, cuando no la veía, la echaba de menos. Nuestros encuentros se habían convertido en una costumbre que me gustaba conservar.

         De allí a cenar de tanto en tanto fue un paso fácil de dar. Los dos vivíamos solos, nadie nos esperaba. Estrechamos nuestra amistad con eso que Matías llamaba, había elaborado incluso una curiosa tesis, derecho a roce, sin que habláramos / teorizáramos sobre esas relaciones que no nos planteábamos siquiera, simplemente sucedían. Pero es curioso que a partir de aquella vinculación digamos que más carnal empezamos a hablar más de nuestras almas. Hasta ese momento nuestras conversaciones habían girado sobre todo sobre cine, novelas, autores, poetas y libros en general. De tanto en tanto charlábamos de amistades comunes. Pero fue acostarnos una noche, de esa primera noche ya había pasado dos o tres semanas, y comenzar a indagar sobre estados de alma, dolores de espíritu y otros males interiores. Por su parte, claro, que para mí tales menesteres apenas despertaban un mínimo interés, escaso por lo demás. Aunque ella decía que sí, que me ocupaba mucho de todo ello en mis relatos, algunos de ellos inéditos se los había dado a leer, y en la novela publicada poco antes de que la conociese.

– ¿Has leído mi novela? -pregunté sorprendido, no era yo muy dado a hablar de mi obra y a ella ni siquiera se lo había comentado, que ya tenía una novela publicada con una difusión harto discreta.

– Sí, me pareció fascinante, por cierto.

         Esa noche parecía dispuesta a sorprenderme: no sólo me había empezado a psicoanalizar hablándome de mis temores, sino que sabía más cosas de mí de las que yo mismo le había informado.

– Volvamos a mis temores. -Le dije no sin sorna.

– Ves, ese es el problema, nunca quieres hablar de ti, de tus cosas, es como si hubieses levantado un muro.

         Temí que de repente se mostrara neurótica. Cierto que tenía un poco de razón, que yo intentaba siempre mantenerme alejado de los demás, que nunca me había gustado mostrar mi interior más allá de lo que uno ha de mostrar por fuerza, no siempre, cuando escribe, pero justo lo que me había gustado de ella era que sabía mantenerse fuera de esa tendencia a querer rebuscar en el interior de los otros. 

– Eres un maniaco depresivo, aunque no lo sepas.

         Disimulé mi enfado por aquel comentario. No era cuestión de enfadarme con la única mujer con quien, hasta ese momento, mantenía una relación absolutamente satisfactoria. Pero no me gustó que me dijera eso. ¿Quién si no uno mismo para conocerse y saber lo que se era y lo que no? Reconozco que poseo una tendencia enorme a la melancolía, pero nada que ver con lo de maniaco depresivo.

         Opté por acariciarla, besarla y callar. Sin duda fue la mejor opción. Ella me siguió y dejó de hablarme de almas heridas, pensamientos positivos y otras florituras. No obstante, en el fondo, no pudo menos que dejarme preocupado. Me aterraba que supiera más de mí mismo que yo.

Juan A. Herrero Díez

BREVES HISTORIAS

(La importancia de lo que puedan decirte)

 

A veces vas a una boda con tu mujer

y un bocazas te critica porque escribes versos por las noches

y te reprocha que deberías estar jodiendo

-quizá como él lo haría- pero haces oídos sordos

y follas cuando quieres, o cuando le vienen las ganas a tu mujer.

A veces alguien te inoportuna con una impertinencia,

a veces es tu cuñado, otras un amigo, otras Pepito Grillo,

y muchas veces tienes que callarte, porque si no el barro

sería tantas veces por ti masticado, que buff, -y eso tú ya lo sabes-

y callas y pasas la página, como si nada hubiese ocurrido.

A veces te avergüenzas porque sales en pijama a la calle,

y vas a comprar el pan, entonces se pone la panadería abarrotada,

se va llenando de gente, unos te miran sonriendo,

tú pones cara de enfadado, te miras en los ventanales,

y piensas que más te valía haberte vestido.

A veces vas en el coche y te vienen súbitas ganas de orinar,

te desesperas conduciendo, te mueves para calmarte,

y ves que no puedes más, y meas en cualquier sitio,

y justo en plena meada pasa una anciana con un perrito.

A veces paseas por Lima “la bella-la horrible”, y de repente,

te apetece comer algo, ves un puesto de perritos calientes,

y la mujer del puesto te pregunta que de dónde eres,

tú le dices que español y ella te contesta:

que eres uno de los que se llevaron el oro del Perú.

A veces vas a un recital de poesía y están todos fascinados,

no por ti, sino por un poeta venido de Barcelona,

beben todos de su fuente, los deja boquiabiertos,

el poema trataba de la soledad del mundo.

A veces estás nervioso por algo y te preguntas por qué ¿?

Te preguntas si eres tú el culpable de sus males,

haces el milagro de sostener con dos dedos tu verdad,

aunque te vienen súbitas ganas de apretar el gatillo,

pero piensas en hacerlo cuando todo acabe,

te despides de ellos, y los miras a la cara,

y ellos no lo hacen por si acaso la realidad les escupa.

A veces ves a un amigo que hacía tiempo ya no veías,

haces por saludarlo y él finge no conocerte,

piensas en lo que has cambiado, o si tanto has engordado,

aunque la verdad es otra muy, muy diferente.

A veces vas al psiquiatra y en la sala de espera

todo el mundo te mira con sumo interés,

piensas si algo les debes por qué quieren cobrártelo

justamente en el único día que quisieras morir,

piensas que por favor te llamen, que todo termine deprisa,

y cuando ves al doctor un sol gigantesco te abraza,

pero cuando ves al doctor comprendes

que en la calle siempre hace más frío

y el doctor acaba llamando a otra persona,

no te queda otra que seguir esperando en la sala de espera. 

Por Cecilio Olivero Muñoz

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Continuación del No-Libro escrito por Juan M. G.

 

Noche

Anochece y hace buen tiempo. Estupendo.

Me complazco plácido en el cielo llovido.

Tengo donde dirigirme, lo que significa que la escena actual es estéril.

Tengo convicción, que por otra parte, quiere decir que no tengo nada a la vista.

Plenitud rítmica: pronuncio voz apagada, extinguida y terminante, y a fe mía, disimula crueldad (dirán tristeza).

El cielo llovido (me apaga, extingue y fulmina) me apunta: fiera, desafiado, baldosa suelta, linaje oscuro, intenso y devoto. Todo esto quiere decir: qué gloria y qué pena, qué mísera ironía.

Pertenezco, a fe mía, a una espantosa señal endiablada, que me consume incipiente, incumple promesas y enluta.

La fútil existencia prestada languidece, y es bien sabido, que anochece y hace buen tiempo.

 

***

 

 

Inhara

“Conjuro”, jamás mejor dicho.

Labios de ceniza, ojos de siglos…

Que el Ángel de sueños desplomó su vieja estrella,

De colores sólo vistos cuando duerme;

Allí eterniza en plenitud  poses vehementes,

Por la fantasía soñada de infundados astros,

(Anillos de humo y lluvia de estrellas).

La descolorida luz diluye  la noche al llamarte,

Pálida de prisa, harta espera

En uno de esos días de soles de medianoche,

En un mundo resuelto a declinarte,

Por la triste razón que decepciona;

(Demasiada gente, demasiadas horas)

***

 

Canción

Avanzaba claro y tenaz,

Calzado con la salvación condenada y espectral,

Célebre por su secreta tristeza,

Que evidencia en su crueldad.

Con alas rotas en los talones

Y el sol a mano, confuso

Recuerda insensible un sueño

Que dio sentido al ocaso.

Se sepulta perdonado,

Con su timidez mejor dispuesta

Mientras mancha al sol suave

Del arranque del olvido.

Despuntando pleno extravío

De esperar eternamente

Bajo esplendores de roseta

La pasión que más prospera.

Inmóvil se extenderá  soñando

Mostrando las piernas torpes

Y cualquiera de estos días

Pesará por fin su fin.

***

Hoy

Esta mañana lo primero que pensé fue en esas palabras…

“¿nos vemos mañana?”

¡Cuan maravillosa declaración!

En lugar de posponer la cita infinitas veces como creí en un principio, (cosa que nunca ocurrió), por fin nos conoceríamos.

Todo me era exaltación, y me di cuenta de lo que se desplegaba a los ojos desmentiría los plausibles incógnitas.

Yo había llegado temprano aquel día (y todos los demás también), el punto de encuentro fue en callao y corrientes, ella había decidido que sea en un café a tal hora. Yo llevaba nimiedades: algún dibujo, una carta y un poema.

Salí apurado, por más que estaba llegando temprano.

Fui pensando posibles temas de conversación, por más que tuviéramos visiones, gustos, tanto en común, ¿qué me podía significar eso? Eso no la entretendría…

A mitad de camino no pude evitar pensar en posibles fines, hasta llegar a los adversos,

¿Y si fuera un recibimiento inconcluso…? Es decir… ¿si no aparecía ella? Aún así, yo ya estaba en camino y llegando, sólo me faltaba esperar que se hiciera la hora.

Ya había tenido que combinar colectivos, después tuve que cruzar esas avenidas anchas… ¡justo, justo lo que no me gusta!

Pero por fin, el lugar dicho. Traté de darme ánimos, relajarme y procurar estar auxiliado por alguna fuerza del destino; aún así no logre calmarme lo suficiente, no me sentía cómodo… hasta me impedí irme varias veces, porque a fin de cuentas ¿quién me creía yo acaso? …

***

Final I

Unos 10 minutos antes de la hora acordada (yo había llegado 30 min. antes), llegó al sitio en su feminidad más amplia una belleza seductora que invadió todo el sitio.

Habíamos dicho de sentarnos en una mesa cercana a la puerta de entrada, y de ser posible junto a la misma. Y así lo hizo, el lugar estaba libre y se adueñó de aquella mesa sin decir nada a nadie, parecía esperar encontrarse con alguien. Hasta me pareció ver que bajo su natural gracia, estaba de buen humor.

Para cuando se hizo la hora exacta, la miraba y sabía. Aquello reclamaba. 

Yo empecé a pensar en la operación…

Entonces me pareció frágil, quizás no habría tenido un buen día ¿qué imagen podía yo darle ahora? Me levanté de mi sitio, pagué lo que consumí y me dirigí donde ella para cruzar de golpe la puerta. Entonces esperaba que entrara alguien, no que saliera, así que ni me notó.

No supe más nada de aquella.

La reacción que tengo ahora pensando en ello…ah, sería imposible entrar en detalles.

***

Final II

Como estaba ocupada incluso cada hora del día, era casi imposible poder verla.

Al principio me sentía hasta víctima de una broma cruel, de su autoría o del destino.

Sin embargo, había prometido darme cita en aquel café, que según creía al pie de la letra “me lo debía”.

Quizás por eso no podía evitar sentirme así, yo saliendo 2 horas antes con tal de poder verla, y cuando por fin me lo concedía, yo no era más que una de sus múltiples actividades, quizás una de “las que hacen diferente cada día” (la ultima cosa que quisiera sentirme!). De hecho, ni nos tuteábamos. Aún así, no me habría ido satisfecho de no llegar al cometido: averiguar su verdadero nombre.

Unos 10 minutos antes de la hora acordada (yo había llegado 30 min. antes), me avanzó distraído esta muchacha que no me explico dónde salió

-ya llegué- sentenció

Como me aturdió su presencia, además de frustrar mis planes de fuga, solo acerté decirle torpe: “sí, me doy cuenta”.

Del 1er vistazo, puedo decir que su piel blanquísima me seducía y sus antebrazos tenían cierto influjo indecente.

Hablamos de todo y con simpatía. Recuerdo que especialmente expliqué el asunto de “gracia” que ella entendía como sinónimo de bromista, cuando en verdad es una cualidad, un atractivo, un encanto, una naturalidad plena y hasta un don divino, y yo se lo adjudicaba todo. Habría comentado que gracia es hija de Venus, y personifica la belleza seductora, pero no lo creí propicio.

Obviamente caímos en el infame tema de la edad, que siempre me ha desfavorecido el asunto, pero por suerte ni mención de la nubosidad.

Me invadían pensamientos de Chaplin! Pero lejos de por querer evadirme de la charla, ella me resultaba un gran estímulo. Me miraba fría y perpleja en mis emociones, no comprendía lo que significaba para mí, y yo tampoco.

De Chaplin insistía recordar sus clichés: “Je vous adore.

Je vous ai aimé la premiére fois que je vous ai vu.”

Pero además de inoportunos e inútiles, resultaban impronunciables.

Yo estaba embrujado por ella: incrédulo del destino, tanta dulzura, tanta minuciosidad, me avergonzaban y amargaban.

-vos esperás demasiado-dijo solemne en algún momento, no respondía a lo que hablábamos, pero fue de lo más coherente.

No entendí su observación en todo su significado. Entonces, tuvo que irse.

Final inspirado en episodio de “mi autobiografía”, del gran Charles Chaplin.

***

Sueño y mentira

¿Qué hacer? No tiene sentido

Su manera siempre joven

Y a menudo atenta

Su gracia indócil

Que tanto inquieta.

Y un poco a veces

Se victimisa

Y su mirada tiembla

Y se revela ausente.

Cuanto posa en plenitud es inútil

Como quien ya no puede

Como si fuera gigante

Perderse en el “da lo mismo”.

Y yace, presa, se aleja

Golpea en la tarde azul

Y por primera vez la escuchas

Pero ya es inútil.

No oirá mi queja

Que florece en lo profundo de mí

Como quien llega y no puede

Darse paso a cumplir.

Y que ha llegado al despliegue

Donde rescata su obrar

Que al paso de las promesas

Se tilda en aparentar.

Hasta que un día reflexionas,

Y te das cuenta que es perfecta.

Y prueba que no fue más

Que un sueño y una mentira.

***

 

Faustina

Decía llamarse Faustina, pero se identificaba como Fer… esa aparente contradicción fue lo primero que noté en ella que llamara mi atención. 

Lo recuerdo bien, la charla resultó aburridísima, hasta el colmo que me tomé la libertad de comer en medio de la misma. Ella bromeó con el asunto, por mi desconsideración y (según ella) mi mal gusto, entonces rió: “Já”; seco, cortante, frío, certero.

Yo dije amar su risa en algún momento; no se si me entenderán, pero era perversamente simpática, y subrayé que no estaba siendo irónico. Debió apreciar mucho el cumplido, porque de ahí en más se rió constantemente. Siempre una oración perfectamente pronunciada, para finalizar con un hiriente jaque gritando su “Já”.

Hablaba paradójicamente. En determinado momento noté que creía en anchas llevarme la delantera, pese lo cual seguí ignorándola, porque “no valía la pena” pensé. Se me ocurrió leerle algunos de mis poemas, los cuales escuchó con desdén, sin el menor asomo de disimulo. Un rato más adelante ella ofreció, según cómo pudo recordar, uno de los suyos (sería justo decir un fragmento de uno), que no se comprendía en su totalidad, faltaban palabras, salteaba secciones enteras, y las consecuencias no correspondían con lo anteriormente dicho.

Sería incapaz de repetirlo, tanto por mi desgana al escucharlo, como por lo confuso del texto. Aún así, bosquejo un modelo según como lo recuerdo:

 “Renacía el corcel-viento….

El espanto clareaba…

Transcurría el tiempo extinto…

Mirada fijada atrás….

La pendeja.

La muy pendeja.”

(El poema era un poco más extenso.  Tampoco sabría señalar correctamente donde es que termina)

 Ella creyó con toda su modestia, haber estado brillante. Según me explicó, se trataba de la llegada de la primavera. Comenté que era evidente. Dijo haberlo escrito en su periodo creativo que tuvo hasta cerca de los 12 años, siendo de sus 10 años o antes. Había llegado estar en el círculo literario y granjearse favores, comentó orgullosa. Al parecer yo tenía que aprender de ella.

También dijo gustarle el teatro, pero al nombrarle obras como “esperando a Godot” de Beckett, o “el deseo atrapado por la cola” de Picasso (las cuales desconozco en absoluto, pero por su carácter de populares bien me figuro sus nombres), no salió airosa al interrogatorio y confesó ser inculta en la materia.

Primero me desconcertó saber que estaba en pareja. Dato más inesperado para mí, que hacían ya 6 años nada menos, y peor aún, decía “amarlo y ser amiga del sr.” (La frase sonaba poco feliz). Para aludir a una figura, su historia no me resultaba redonda, no me cerraba por ningún lado.

Se me fue insinuando que ella me conocía más que lo que admitíamos. Caí en la cuenta  de que la charla que se daba a lugar era un constante guiño, aunque no entendía como podía ser, no tenía ningún sentido, ¿Qué significaba aquello? Era todo tan explícito, y a la vez inexplicable.

Bromeé por algún motivo que ni recuerdo sobre lo lejos que vivíamos, la escasa posibilidad de cruzarnos, y allí los dos, superando toda estadística. Se animó mínimamente la charla, pero todavía era un bodrio, cuando fue tan inquietante al oírle decir “aferrarse a la distancia es una actitud tan pobre…”, para rematar luego con su interrogativo “Já”. Pedí que argumentara, ante lo cual re-preguntó algo… la acusé de vaga y ambigua. Sólo rió.

“Es raro encontrar gente como vos”, su cumplido me dio mucha rabia.

¿Qué podía pensar de ello? Llegado el momento decidí seguirle el juego. Yo también respondí con los guiños correspondientes, y para mi sorpresa, de manera cada vez más afilada y certera ella. No podía tratarse de una casualidad, bajo ningún concepto. Aún así, no me explicaba lo que sucedía… ¿Qué explicación podía darse?

Yo a la vez, pensaba tanto en ella…

Llegamos hasta a hablar de bombones, que (según dijo) jamás le habían regalado.

Convencido del todo por sus comentarios bromistas como “me acabo de dar cuenta, nos vigilan” (Y demás palabras sueltas que capté como “comunicado”) no cabía  más duda respecto a ella. Decidí ser franco, pero me salió pésimo. Le advertí de mi sorpresa ante todo lo que me contaba; así logré ofenderla.

 Insistía en que me disculpe, se había irritado (quizás) por mis comentarios sobre la duración de su noviazgo o algo por el estilo, y de hecho ofrecí mis disculpas, pero (según parece) un tanto bromeando, cosa que tomó muy a mal. Cuando quise arreglarlo, sólo empeoré el asunto: la situación se repetía cabalmente. Yo no entendía que hacer. Que era imprecisa, ya lo había señalado, y lo tenía bien presente.

Lo tenía tan en claro que me llevó a ese punto, sus palabras fueron “te doy otra oportunidad para disculparte”. Con eso lo admitía todo, pero todavía se prestaba a confusión. 

La situación era irreal y me rehusé a creer, puede decirse que actué de mala fe cuando dije necio “me niego”…“Sos dejado negarte” o algo así de grandilocuente fue lo que ella retrucó (y por supuesto que rió).

El ambiente cambió por completo en ese preciso instante, no habría más complicidades, su resolución no me daba lugar a dudas. Hasta casi confundí sus nombres, y por poco no me contuve de decir todo lo que quería soltarle.

Sí, su risa ya me era odiosa y bien se lo dije. Entonces me achacó de ser yo el ambiguo. Cuando me decidí por restarle protagonismo, solamente me había prestado a su juego de alienación sin darme cuenta. Constantemente creí estar a punto de entenderlo todo, pero nada más lejos de la realidad.

Era ya de madrugada y quise irme, me perturbaba la situación. Le pregunté con caballerosidad cuando era que terminaba su noche, aún pensaba acompañarla, y respondió como premeditadamente “mi noche termina cuando empieza tu día… -Hizo una pausa- y cuando te despiertes te darás cuenta que no fui más que un sueño, el más bello de todos”. Me desconcertó con su lirismo, sólo acoté que era gentil y cruel, y eso  cerraba todo (no se porque esas palabras).

Hacia el fin de la cita, creía saber que quería de mí y no me atemorizaba. “¿Entonces, como sigue esta charla?” dije cómplice, palabras  pronunciadas y contempladas antes, y que no podía olvidar de ningún modo. De no ser un incauto, habría dado fe esta vez que sería menos fácil, pero no… Tuve que repetir la pregunta, ella volvió desviar el tema.

El fin estaba a mano, de modo que empezó con sus conclusiones y enumeró:

Que era mal escritor, mala persona, mal amigo, mal compañero (esta en particular me dolió), etc. No me quejé, y hasta puede decirse que asentí. Fue muy persuasiva. “Me decepcionaste, en cierto sentido” dijo… tuvo algo de consideración al ser imprecisa allí.

Como para consolarme, me dijo que podía  ser mucho mejor. No le creí.

Yo sólo esperaba el fin, y significó un alivio realmente. Aquella noche de nuevo: ella y yo; por fin  recibiría mis bombones y escucharía mi “adiós”.

***

X

El rayo de luna y rosas, entre casas y palacios, terminó por desvanecerse en un punto lejano e indescifrable, mientras bajaba la lluvia, que la mitad  llenó de sueños y de frío.

Así, con los ojos cerrados y oyéndolo todo, en su lúcida inmersión, soledad sólo se abisma, pese a la exigencia despótica (léase lunfarda) de la tirana experiencia (léase poeta), del impulso decisivo oculto, llamado sueño.

***

XX

 

 

Me hubiera gustado ver su cuerpo, sus maneras y su gracia,

Ser presa de todo cuanto le circunda y rodea,

Mientras se adueña del ideal, joven y cruel.

Llevaría el mundo prestado en su bolsillo, y sin espanto ni juego,

Dulce y encantadora, sería instrumento vibrante

De encantos y majestades, que fraguan su desconcierto sobre la fluida amante.

El tiempo, torpe y pesado, se enluta y tiñe

Los decorados de la fútil existencia incipiente languidecen

El delirio atroz de tus brazos encantados…

 

***

 

XXX

 

 

No hay nada más claro que entender, allí estabas: en las nubes, visión  celeste, con tus pies en la luna.

Y una piedra grabó delante un puente, en un incierto desierto, implacable y que remuerde, que me sucede alrededor en cordones, y asumido en arruinarme, consientes.

***

Z

Sentida pérdida, sonrisa tenue

Y por costumbre prefiero arder.

Ante mis ojos, la muestra;

Separas la vista y la dicha…

Y pienso mejor dos veces.

No por creer en algo y confiarme al azar,

Despunte la perdida del sentido.

No porque encuentre salida, entonces huya.

La disensión en inmensa

Y el desconcierto intenso.

***

 

Sin ritmo y ningún sentido

¿Sabes cómo te imagino, a veces? Tendida resuelta a recitar letras, sin ritmo y ningún sentido, con una expresión vaga y sin tiempo.

Tus ojos dulces (la fuente de la expresión vaga)  te delatan, te dan a conocer. Pero revelan sutiles, que son en gran medida desconocidos.

No sé bien con que efecto, y quizás (aunque no lo crea) me equivoque, porque tal como adornada, yacen en tiempo perdido y estrellas, riegan tu luz en llanto y hacen de su rocío joyas.

En el vuelo de una tarde, perseguís la dulce noche, y al segundo, realizada.

Cómplice, tus besos sin piedad queman en al azul del tiempo.

¿Sabrás que te creo una canción?

***

Su voz es siempre el poder tenue, donde mueren las excusas.

La huella del tiempo se expresa en papel, el corazón cansado halla sitio entre las hojas

Una espera se presenta y amerita ser escrita.

Citas y comentarios la confían temblor del aire, en su ternura desatada.

La historia de sentimientos rítmicos y excedentes,

La dulzura conjugada en tercera persona.

***

Cuando suspende el hombre su triste pensamiento

Y cae en manos de la  música

Vuélvese en sueño a tal punto a su acecho

Que ha de tomar por fortuna que mienta su voz

No conocerá la tumba su desgracia

Y ni un soplo de paz dará alivio

Crecerán sus miedos, con todo derecho

Y adorará sus ilusiones de por vida

Cuando el éxtasis se abre paso en el silencio

Nutre las esperanzas, da reposo

No han sonado las notas fugitivas que inquieten

Un débil espacio se asombra no ser sentido

***

La noche avanza, puntual.

Cuarenta y ocho horas después, sale el sol.

Sol poniente, prejuicio de una tarde mística.

Crepúsculo con música.

Deseo, cansancio.

Los sentidos se alzan, se inclinan, se encierran en sí.

Sueño de una mujer que se angustia.

Efecto nocturno, canción de otoño.

Nueva aurora boreal.

Dicho es todo, tutela invisible:

Todo es ficción al reexaminarse.

Los pasos al contacto, perpetuos desde el reflejo.

O del ayer.

Fin intranquilo, en abril de mi infancia.

Ensueños claros como claveles, fábulas de fuentes que no entienden de dolor.

Música y tristeza, dos sediciones. Sólo hasta ahí puedo llegar.

Infieles pechos dormidos, de pronto, los pasos.

La súplica. Imagen impecable.

Se desliza la memoria, de noche.

De lejos, con ternura.

Voluptuosa llora.

Enlutada sin tregua, detrás de un amor infantil.

Ya es tarde para primicias.

Se enciende, luego se aleja.

Sus ojos le hablan a la luna de luto.

Esto, escrito en pasado.

Mi orgullo rústico, errante, incomprendido.

Red del día, indócil.

Más brillante que libre, sostuvo:

La vaguedad es clave para la precisión. El olvido es una creencia, que ignoro.

Pienso en la verdad y otras mentiras. Ya nada merece el recuerdo (quiero decir,antes sí).

La noche avanza conforme. No por nada se irá en silencio.

Bronce y sueño. Resignación, desencuentro. Cansancio, sueño

Correspondiente.

Perdida en su actitud bastante vista. Descontenta, temerosa, deleite.

A una mujer le angustian mis poemas.

***

El amor secreto es una mezcla tan rara de mañana con oficio de poeta (poesía entendida así como la distancia, entre un sueño sin realizar y un gesto sin entenderse).

Las decisiones, pequeñas creencias, conforman (a distancia, siempre a distancia)

su elemento como ausencia, la derrota en su motivo.

La inpasión es otro modo de sentir así las cosas.

Por verte y más, oculto un fuego.

Reposa el mundo en tu copa. Tu corona.

Viaje en el viaje. Ligera caricia en tus manos de luz. Se reparte, se acerca a donde voy.

Por dormir, precisamente no existo. Escucho la voz inaccesible de este nudo, cerrado y grueso.

Los ojos colmados de luna. Ni tus ojos ni tu voz. Ni mi escondido amor secreto

infinito esclavo de la tristeza. Mañana el juego comienza otra vez.

Instrumento en mis manos. Vicio más bien que oficio.

Sus breves alas, lentas, acallan la ilusión que no es. Como lleno de lejanías, traigo a colación esta nota que te dejo. Sonido inútil bajo las sombras.

Abandono el deseo. La noche, constantemente necesaria, brilla por última vez.

No puedo respirar más.

Entre tus manos, algo a veces se oye quebrandosé.

***

Ninguna muerte entre las manos, ningún instante en las tres y diez. Ningún espejo descubría la inutilidad de su propia imagen.

Podrido de estrofas, requiero versos.

Triunfo iluso sobre la tristeza.

Las hojas que llevo, siempre en mi bolsillo, no habrán de ser leídas. Siempre atadas.

Conozco de nombre las calles. Los árboles escuchan mi secreto.

Posible llamado a las alturas, por rendirse.

A mi primera pregunta dijo que sí. Dejó de mantenerse desconocida.

Lo único que le quedaba era belleza.

Quiero.

Notas que olvido y releo. Que tacho y paso en limpio. Que guardo y regalo. Poemas que quemo. Secretos, confesiones, quejas. Insinúo

Llevaba encima poemas.

Alba que no será. Flor enjaulada lenta. Voz derramada en llanto.

Te extraño, lo confieso. Entre duerme y vestirse, se mira como un regalo.

Sospecho incluso por las dudas. Agosto conmigo.

Sin tiempo, desata los espacios. Pone orden al descanso, interrumpe los miedos. Atenta contra mi soledad, la amenaza. Duelen los juegos cuando terminan.

Ternura ajena a mi presencia.

Hablando de ti, me confundo.

Se llevaba puesto el océano. Rechazaba los retornos, los ecos y lo eterno. Se prendía de las horas, para después perderlas. Levantaba un monumento a la vida, sufriendo. Su mirada viajera no se detenía. Aún vuela por la luna, sin saber la hora.

Esquina en forma de cruz.

En la puerta de su sonrisa. Doy un paso. Sin esperanzas de convencerme.

Mi enemigo ese lugar

Tan extraño y común

Llevaba encima una enseñanza desconocida.

Viene la noche, dormida. Con los ojos cerrados. En ellos nadan un río sin cauce.

Viste ramas romance, silencios muere de frío. Por no llevar un paraguas

equivoca un llanto genuino. Colgando un suspiro, mi adiós.

Acaso una sonrisa sea todo lo que espera el poeta

Que encuentra irónica la gramática, lo profundo

Puente universal a un abismo ancho gentil

Acaso una sonrisa es todo lo que espera el poeta.

***

Otoño al oído.

Las velas conspiran por última vez.

Muy a menudo.

La eternidad llega a su fin.

A penas indeleble, tu pensamiento deductivo me rechaza.

Acto cerrado. Aquí tiempos de nostalgia.

Como ya casi. Ya.

Escribe amaneceres siempre intactos. Duerme. Callando me dice todo, ya veo.

Colores pálidos, quisiera abolirlos.

Música en silencio, perdida en el aire de mi sueño.

Noche vacía y en pie. Mi vida.

Rumor a tientas, casi dulce.

Silbando a tumbos, se desenlaza hacia un sueño. Andando.

La música dormida, ardiente y delgada. Mil labios te acarician caída.

Por celebrarte en palabras

Prácticamente extraña. Dame tiempo noche y silencio. Y enséñame a ser poeta.

***

-Dibujaba un cielo al regresar, al alcance de un verso. Parecía la proclama de recuerdos, distancias y olvidos. Visto apenas, llevaba en la voz sonámbulos versos misteriosos, mezcla de ilusión y consuelo. La esperanza hacía un lugar sólo a modo de prólogo. El corpus era distinto. En fin. Lo cierto es que no lo entiendo Charpentier,

¿y quién lo entiende? Hago silencio.

-Hace bien. La poesía es un relieve del silencio. Esteban Charpentier.

***

Juega. Sus osados dedos se divierten, encontrándose en su espesa cabellera.

Esa selva infinita, donde ya han pasado otras manos y otros besos, la misma emoción.

     Sabe que no es suya, lo es sólo por un instante.

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR ENRIQUE GRACIA TRINIDAD

 

«EPPUR SI MUOVE»

La ropa a veces, mientras duermo, se me marcha a la calle,

juega en parques lejanos y navega columpios,

siempre termina en algún bar

donde a los camareros, anfibios de fatiga, no les importa nada

que las últimas copas de la noche

resbalen por un cuello de camisa que no lleva cabeza.

Suelen ser húmedas las calles,

por eso viene luego mi ropa destemplada, tose por el pasillo,

y me despierta,

cuenta extrañas historias de relojes

acudiendo a su cita con el tiempo de nadie. Casi nunca la entiendo.

Dice que hay un ilustre papagayo

que se mira las plumas en el borde afilado de las últimas luces.

Entre sueños me esfuerzo en regañarla,

le digo que no es hora de andar con cuentos raros,

que como tantas veces me quedaré despierto por su culpa.

Ella siempre sonríe como un niño más triste y más travieso que la Luna,

y se vuelve a dormir

en el respaldo de una silla.                                  

 

 

(De “Crónicas del laberinto”) 

 

ARTE CISORIA   

(Con agradecimiento a Enrique de Villena, claro) (1)

Quisiera hacer un verso con filo de cuchillo para cortar el pan.  Algo daga de asalto, como el hacha sin culpa de un verdugo que no encontró otro oficio.

No un verso sanguinario sino un verso certero, afilado y agudo para tajar, hender, abrir sin pausa, rajar sin detenerse.

Un verso que en silencio haga trizas el aire, desnude la razón, abra en canal, despiece, penetre sin cesar, hiera lo que hay que herir.

Verso para cortar tan diestro y tan exacto como lo quiso aquel juez de Venecia: «¡una libra de carne! ¡ni una gota de sangre!»

Eficiente navaja que separe las horas, su distancia, el papel donde anidan los versos que son grieta, raspadura, arañazo en la espalda de la vida que se aleja sin tregua.

Un verso como el filo de una hoz con sus

hambres de mies y rama seca, curvilínea guadaña puntiaguda. Quiero decir espada para escena de cine (no me digáis que es falso, lo sé, pero ¿quién sabe?)

Verso, cuchilla ciega, para cortar el pan, o la carne, o el tiempo.

 

(De “Siempre tiempo”)

 

 

 

(1) Enrique de Villena (1384-1434), interesante polígrafo, siempre rodeado por la leyenda,  merece nuestra gratitud por haber escrito uno de nuestros primeros libros de “técnica” poética titulado Arte de trovar. Hombre culto medieval, fue a un tiempo un humanista del prerrenacimiento. Además de interesantes traducciones clásicas y libros curiosos sobre astrología y magia, escribió también nuestra más antigua obra sobre el arte culinario, a la que hace referencia este poema: Arte cisoria o Tratado del arte de cortar con cuchillo.

 

RAZÓN DE ESCRIBIR

Escribir para un tiempo

en el que no estaremos para nadie,

y en el más favorable de los casos

seremos una máscara de polvo

maquillando los libros de alguna estantería.

Escribir para un siglo, si es que llega,

menos oscuro y torpe que este siglo.

Dejar impresa la memoria:

papel, disquetes, vidrio, cerámica esmaltada,

ámbar, cuarzo o moléculas de gas.

Hacer que las palabras naveguen al futuro

como si fuesen barcos de papel

que sobrevivan hoy a su naufragio.

Escribir por si alguien, algún día,

tiene un dolor de corazón idéntico

o sufre una alegría semejante.

(De “Siempre tiempo”)

CALLE MADRID

(JUNTO A PLAZA DE LA VILLA)

No vive nadie en esta calle,

sin portales, sin niños que marchen al colegio,

sin mujeres que vuelvan del trabajo,

sin automóviles, ni gatos, ni comercios,

sin árbol, ni geranio, ni señales,

sin un escaparate,

sin un adiós, vecino… hasta mañana, amigo.

Vacía como el tiempo de la siesta de agosto,

como el ojo del náufrago,

como la espalda del deseo.

Calle que esta ciudad se dio a si misma

para que nadie diga que presume.

(Del libro inédito “Mentidero de Madrid”)

GLORIETA DEL ÁNGEL CAÍDO

                                               “…este pobre cabrito del sótano

                            me sirve si acaso de merienda.

                            No voy a darle mi alma

                            a un tipejo envidioso.”

                            (Enrique Valle)

Para vender mi alma a este fulano

tendría que hacer —él— muchos más méritos.

Y, para qué engañarnos, el muy torpe

anda desorientado en estos tiempos,

el mismo Vaticano le confunde

—“ahora existe”, “ahora no”, ¿qué juego es este?—.

Así no hay quien apruebe oposiciones

a notario del mal y sus infiernos.

Cualquier político del tres al cuarto,

aspirante a fingidas democracias

le deja como a un niño con pañales;

cualquier malvado de los que circulan

ahora por el mundo, le supera.

No hay hijo de vecino que no luzca

más méritos, más cuernos y más rabo,

más pezuñas y más olor a azufre.

Cayó del cielo y ahora de la tierra:

¿dónde se va a meter el pobre diablo?

No le hace caso ni su madre,

así que el alma me la guardo, y punto,

para alguna ocasión que lo merezca.

(Del libro inédito “Mentidero de Madrid”)

CALLE ANTONIO MACHADO

Hoy soñé que soñaba lo que estaba soñando. Otra vez el espejo impertinente dedicado a su indigna tarea de observarnos.

Son muchos los espejos de Madrid, tantos que se confunden con el aire, tienen la mueca del olvido, los reflejos de un rancio desacuerdo, la agobiada esperanza de los tristes.

Seguí soñando aunque no estoy seguro de si estaba dormido o en vigilia, de si era en realidad sueño o deseo. Y me atrapó la tarde.

Estas calles lejanas de sí mismas, siempre esperan la tarde para alzar la vida, para urdir las patrañas más hermosas. Entonces la ciudad siempre te encuentra descuidado, te zarandea, te aprisiona los ojos, te descubre la espalda en que pensabas marcharte sin mirarla.

Cuando empieza la noche, no es la noche, es la tarde que se ha puesto sincera.

(Del libro inédito “Mentidero de Madrid”)

EL SILENCIO DE LOS CORDEROS   (Jonathan Demme)

CARTA AL DOCTOR HANNIBAL LECTER   (ISLAS BAHAMAS)

Muy señor mío:

Le envío unos bombones de licor

aunque sé que prefiere carne humana,

pero aún no la venden, que yo sepa.

Si está libre, quisiera contratarle

para una próxima película.

Dispongo de polillas de la muerte

bien cebadas con miel,

y he guardado un montón

de láminas del Duomo de Florencia.

Prometo efectos especiales de lo más truculento

y algún bolígrafo olvidado.

“Quid pro quo”,

usted hará de malo y de bueno a la vez.

(A Jodie Foster,

alias Clarisa Starling, ni palabra)

(Del libro inédito “Butaca de entresuelo”)

EL SÉPTIMO SELLO (Ingmar Bergman)

Da igual que viéndote perdido

derribes el tablero de ajedrez,

la muerte nunca olvida

dónde estaban las piezas.

(Del libro inédito “Butaca de entresuelo”)
UNA NOCHE EN LA ÓPERA (Sam Wood)

El mundo es un repleto camarote

donde ya no cabemos,

y alguien sigue pidiendo huevos duros.

Total, ¡y qué más da!

Insisto: No cabemos.

Cuando abran la puerta

se va a armar la de dios en el pasillo.

(Del libro inédito “Butaca de entresuelo”)

SONETO APÓCRIFO DE UNA VECINA DE L. A.

DE CUENCA, HARTA DE CONSPIRACIONES

DE OPERETA EN SU DESCANSILLO 

                                               “NUESTRA VECINA

                                                              (A Javier del Prado)

                                     Tiene, Javier, nuestra vecina un talle

                                      que resucita a un muerto, y unos ojos

                                      que derriten el plomo y dan antojos

                                      a quien se los tropieza por la calle.

                                     

                                      Hay que trazar un plan que no nos falle

                                      para descerrajarle los cerrojos

                                      y pasear en triunfo sus despojos

                                      cuidando hasta el más mínimo detalle.

                                     

                                      Tú en el portal y yo en el descansillo,

                                      siempre al acecho, cristalina media

                                      velándonos la cara y un cuchillo

                                     

                                      afilado. Si Dios no lo remedia,

                                      de la vecina haremos picadillo

                                      y de un cuento vulgar una tragedia.”

                                               (Luis Alberto de Cuenca)             

Menudo vecindario me ha tocado

en suerte. No me explico cómo puedo

salir del ascensor, bajar sin miedo

la escalera, si un tal Javier del Prado

y un poeta famoso y descarado

andan urdiendo planes con denuedo

para hacerme escabeche. Y lo hacen quedo,

huidizo el cuerpo, el rostro enmascarado.

En el portal ocultan su colmillo

acechando el palmito de mi menda

y dicen que han de hacerme picadillo.

Mujer al fin, decido la contienda:

No hagáis más el canelo en el pasillo

y pasad a mi casa que hay merienda.

(Inédito en libro. Soneto dedicado a mi amigo Luis A. de Cuenca que responde a otro sonetos suyo)

PENSÁNDOLO BIEN

Es oficio de vértigo este asunto

de acuchillar palabras al papel,

juego de locos,

inútil alboroto de campanas,

pretencioso ejercicio que no sabe 

si vive sueños o si arrastra vida.

La verdadera profesión

de los poetas

debería ser el silencio.

(Del libro inédito “El peluquero de Midas”)

CONSEJO MALVADO

 

            (Cuenta la leyenda que el gran poeta Li Po escribía versos             en pequeños papeles y los arrojaba al agua, disfrutando

         al ver que sus discípulos casi se ahogaban para rescatarlos)

 

Imitar a Li Po es sin duda elegante:

escribir unos versos y hacer con ellos barcos de papel

que la corriente del río se lleve poco a poco..

Exquisito, sin duda,

pero procura tú ser cuidadoso

y guardar lo que escribes,

que bastantes basuras se arrojan a las aguas.

(Del libro inédito “El peluquero de Midas”)

NO  (*)

No hay bandera que valga un sólo muerto.

No hay fe que se sujete con el crimen.

No hay dios que se merezca un sacrificio.

No hay patria que se gane con mentiras.

No hay futuro que viva sobre el miedo.

No hay tradición que ampare la ignominia.

No hay honor que se lave con la sangre.

No hay razón que requiera la miseria.

No hay paz que se alimente de venganza.

No hay progreso que exija la injusticia.

No hay voz que justifique una mordaza.

No hay justicia que llegue de una herida.

No hay libertad que nazca en la vergüenza.

(*) Este poema fue incluido en la antología “Contra el olvido”, editada con ocasión de los sangrientos atentados del 11 de marzo de 2004, en las estaciones de Atocha, El Pozo y Santa Eugenia, de Madrid.

 

(Del último libro “Pentimento” 2009)

NOTICIA

Alguien vino a decirme que el último unicornio tiene el lomo ensangrentado, la mirada turbia, las crines enredadas en la parra de tiempo.

Dicen que cuando muera, comenzará en el mundo una terrible edad oscura.

La noticia debe ser muy antigua porque esa oscuridad hace ya tiempo que nos envuelve.

(Del último libro “Pentimento” 2009)

 

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR AMADO STORNI (Jaime Fernández)

 

 

YO POR TI

YO por ti contaría las estrellas

y una de ellas, la más bella,

la guardaría para ti.

Yo por ti como unos labios sin dueño

haría tuyos mis sueños

para estar dentro de ti.

Yo por ti me rompería en mil pedazos

yo tan lejos de tus brazos

y sin saber donde ir.

Yo por ti le robaría al mar las olas

para que cuando esté sola

todo me recuerde a ti.

No me culpes de no haber sabido

ser la musa de tu inspiración

el Amor es cosa de Cupido y hoy juega contigo…

y con mi corazón.

Y saber donde estás cada momento

si mi aliento es el aliento

que tu Amor respira en mi.

Y saber si a la sombra de tu olvido

alguna vez tu has sentido

lo que siento yo por ti.

En mi corazón.

 

 

 

 

AGARRADO A LA CINTURA DE TU RISA

 

 

AGARRADO a la cintura de tu risa

hipnotizado por los pliegues de tu falda

deambulante como un gato en las cornisas

dibujando corazones en tu espalda.

Inventándome “te quieros” de tornillo

arrastrado como un sapo que no salta

me he metido tus besos en los bolsillos

para que cuando no estés no te eche en falta.

He invertido mi talento en acertijos

con los besos que tus labios no me han dado

el amor nunca ha tenido un sueldo fijo,

la pasión es un bombón envenenado.

Intentando razonar con los espejos

me emborracho con licor de agua bendita

solo sigo siendo fiel a los consejos

que me dan las hojas de las margaritas.

Tanto amor

descorchado en tantas noches de locura

apagado por los rayitos del sol

reciclado en los cubos de la basura.

No seré yo quien te cuente

que un corazón que no ve es como un corazón que no siente

que aunque el mundo crea en mí cuando me tocas

esta noche tus besos no dormirán sobre mi boca.

No seré yo quién te diga

que llevo a cuestas tu amor como una hormiga

que cargué a la espalda mil granos de trigo

aunque este invierno corazón

yo no lo pasaré contigo.

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR PATRICIO RASCÓN FERNÁNDEZ

 

Tres palos

Una dolencia crónica

Libró a mi mujer de algo tan abominable

O más

Que la enfermedad

El trabajo

Que dignifiquen esa palabra

Todo lo que quieran

Los ignorantes

Y los interesados en que la ignominia prevalezca

Pero

El sustantivo trabajo

Viene del verbo trabajar

Y este vocablo procede

Del latín tripaliere

 

Tripaliere viene de tripallium

Tripalium era un yugo hecho con tres palos

En los cuales amarraban a los esclavos

No para cubrirlos de dignidad

Sino para azotarlos

***

Salud mental (2)

El siquiatra me dobló la dosis de antidepresivos

Y me concertó una cita con la sicóloga

Ni se le pasó por la cabeza recetarme una renta digna

Que me permitiera emprender una vida

Y alejarme del trabajo asalariado

Velaba por el negocio

No podía permitirse el lujo

De dejarme salir de allí sano

***

Navidad rojinegra

Tu uniforme es rojo

Y el mío negro

Como las plumas de los gallos de pelea

De quienes hablaba en su canción Chicho Sánchez Ferlosio

Pura coincidencia

Papá Noel

Nuestro reñidero es un centro comercial

Nunca nos miramos a los ojos

Y nos acostamos

Cuando sale el sol

Sin cantar

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR LUCILA SORIA (ARGENTINA)

 

 

Transformación

La fortaleza

se perfila en mi cuerpo

ignoro de donde viene.

¿Será herencia de la tierra

de mis raíces indias?

Hay días

que voces claras

venidas desde lejos

me llaman.

Mi universo

se transforma.

Quiero correr

a su encuentro ancestral

danzar con ellos

emitir gritos

sostenidos de libertad.

Veo crecer

mis alas

y emerger vívida

entre esas manos

y esos rostros

dueños de todos los soles.

 ***

Negros aerosoles

Voces complejas

se escuchan en mi puerta.

El sol se ha ido ya.

La noche ingresa desafiante.

Los aerosoles de la vida

pintaron mi día de azabache.

Las nubes

se unen con los grises

para hacer más oscuro

ese momento

y quedan…

están en mi.

Hay un vacío de palabras.

Busco un atajo

vuelvo a mi mundo

soy yo.

Sin miradas indiscretas

ni palabras cóncavas

ni alegrías mentidas.

Tengo la manía de una risa

que intenta claridad

en las tormentas.

Yo, que soy altisonante

me acostumbré al silencio

y a la soledad

que me acompaña.

Quiero dormir, soñar, volver

y cuando abra los ojos

en la aurora

mi plegaria sea un canto

de alabanza.

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SELECCIÓN DE POEMAS

POR CECILIO OLIVERO MUÑOZ

 

COMO CHINO EN QUIEBRA

 

Fumar y fumar, era todo lo que hacía.

Los cigarrillos llenaban mi aura

de un humo gris y azulado, pensar y pensar.

En Perú cada vez que un chino quebraba,

dicen los que lo vieron, que fumaba más de la cuenta.

Yo ahora estoy en quiebra, estoy y no estoy,

estoy inmerso en una crisis totalmente existencial.

Fumo y fumo, no sé qué destino me aguarda.

La lógica se suspende como una voluta de humo,

una nube de espesura física

que puede que acabe conmigo, pero es lo único

que ya puedo hacer. Es lo único que me queda.

El espacio físico del tabaco.

La incógnita de un futuro incierto,

la verdad desnuda que generan las cifras.

Me veo escribiendo este poema que grita,

como gritan los hombres desesperados, nadie oye,

pero intento dar consuelo a este caos sembrado a plazos,

a esta calada al cigarro de la autocomplacencia.

***

NO-FUTURO

 

Soñé que un calor seco

poblaba el universo;

la gravedad es un secador de pelo

inflando un globo agujereado;

no existen indicios de un futuro

sin hacer conciencia de un presente.

***

EL DIOS DE LA CONCIENCIA

Y SU FRUTO.

 

Paredes en simetría con la verdad

desembocan al mismo paso y a la ventura,

dios equivocado, dios de la orfandad,

todo presagio y remordimiento se cura.

Diestra mano y dicha en reciprocidad,

huele a sangre ajena tu hermosura,

existe el dios de la diversa libertad,

existe el párpado abierto, la travesura,

existe culpa, rayo de dios es electricidad,

existe un dios profano sin dentadura.

Caes a un infierno de dura hostilidad,

 caes al inverso páramo de la cordura,

te limitas entre bárbara contrariedad,

le echas carne al filón de la lisura,

subes de un espasmo a tu gran ciudad,

donde todo es litigio con su locura.

Creo en un dios de abstracta veracidad,

creo en la física de magma de la Tierra pura,

creo en la conciencia y en la realidad

por eso se anda en una luz del todo oscura.

Veo en tu alma toda la profundidad,

veo en ti una religión demasiado dura,

si aprendes de todo su naturalidad,

aprenderás que el ser de su mal no cura,

aprenderás que la espiga también es pan,

aprenderás que no todo poeta es cura.

Prefiero ser consciente de mi saciedad,

prefiero mirarte desde la flor madura,

tú sabes cual es mi temida debilidad,

ya que asomas y hallas una cerradura,

yo me apropio de tu huella de divinidad,

del perfume que precio paga a mi atadura,

pero dios ve cual es aquella equidad

y es por eso que nacemos para la desventura.

***

ENTRE ERICA Y VILA-MATAS

 

Cogimos mi coche para irnos a Barcelona,

al lugar donde vivía por entonces mi suegra,

nosotros vivimos en Torre-Romeu (Sabadell),

a unos 23 km. de la ciudad que tanto odio.

Íbamos en el coche y mi mujer estaba

un tanto preocupada y consternada,

su madre llevaba en Barcelona siete años,

uno más que nuestro matrimonio, seis más

que ella misma; tenía que irse por motivos

ajenos a su voluntad, por motivos de salud.

Era muy triste contemplar a Erica así,

se me hacía difícil mirarla sin abrumarme;

lleguemos a la Travessera de Dalt,

me acordé de los libros de Vila-Matas,

él la llama “Travessera del Mal”, debe ser,

ya que es una travesía con mucho tráfico,

también trasiego de peatones, porque cerca

está el Parc Güell de Gaudí, mucho turista,

sobretodo mochilero, mucho japonés,

mi mujer se bajó, iba a por el equipaje,

yo me quedé en el coche fumando,

miraba a la gente pasar, miraba los pisos,

altos con balcones, pisos grises y tristes,

pensé que en uno de ellos estaría él,

el gran Vila-Matas ficcionando su vida,

o también haciendo suyas las vivencias

de otros, de seres conocidos, autoficción.

Mi autoficción debería ser muy distinta

a la suya, mi suegra se marchaba, se iba,

sentía tristeza por la causa por lo que se iba,

hubiera preferido que se fuera como otras veces,

de vacaciones, por mero ocio, por disfrute,

salí del coche, ya estaba agobiado, impaciente,

estaba cansado de tanta espera, muy cansado,

mi mujer no venía, tardaba, preparaba quizá,

todo el equipaje que mi suegra acumuló

en los siete años de vida en Travessera,

me puse entre el límite imaginario del borde

de mi coche y el borde de la calzada

de la tremenda pista de Travessera del Mal,

me acordé de que Vila-Matas dice en sus escritos

que vive en un apartamento pequeño; me paré,

 me paré en seco, justamente un autobús pasó,

justamente delante de mí, casi me atropella,

me pasó rozando, me quedé aturdido,

¿qué hubiera pasado si me llega a atropellar?

Me atormentaba la idea de la colisión

entre el autobús y yo, ya que el conductor

era imposible que me hubiera visto, perplejidad,

y al mismo tiempo, espanto, horror, asombro,

me hubiese hecho picadillo, imaginad a mi mujer

venir con tanto equipaje y yo muerto en el borde,

qué espanto de cadáver, qué horror de fiambre,

el autobús pasó a una velocidad considerable.

Pensé otra vez en Vila-Matas, pensé en mi mujer,

pensé en mi suegra, pensé en mí,

-la vida es un segundo nada más-, es brevedad

a veces de un zarpazo, otras un goteo continuo,

la muerte está ahí en cada pestañeo que damos,

pestañeos breves, muy breves; vino mi mujer:

¿qué haces fuera del coche? Te van a atropellar.

     -La verdad tiene la estructura de la ficción-

Alguien lo dijo, quizá Vila-Matas, o otro, no sé.

***

UNA BOLA RODANDO

EN EL PISO DE ARRIBA

 

Estando en casa solo y en penumbra,

un invierno es frío y espesa la melancolía.

Mi apartamento está oscuro y mi soledad

medita cerca de una estufa eléctrica,

el silencio es un ecosistema necesario

para quien lo anda buscando,

de pronto cae la bola y suena rodante

en el suelo, parece que la regalen

al comprar un apartamento con vecindad,

me pregunto por qué una bola

 suena en el piso de los de arriba,

ahora que es de noche y la ciudad duerme.

Como esa bola que rueda en el silencio

así suena para ti mi corazón,

crees que lo que suena es una bola,

aunque pudiera ser cualquier otra cosa.

***

QUE NO LA LLAMEN BELÉN, BELÉN

Princesa del pueblo te llaman,

pero existe pueblo y existe populacho,

dices matar por tu hija

pero te llenas la andorga en tu ceguera,

eras imitada por actores en necesidad

y ahora (operada) imitas tú a esos actores,

el destino te destina al juguete roto

para cuando se canse el vulgo de lo mismo;

la televisión se enciende y se apaga

y tú serás un electrodoméstico usado

que molesta cuando opina sobre su banalidad.

Tu vanidad desemboca en tu banalidad.

Que no la llamen Belén, Belén,

que no viene. No, no viene.

Aunque por un cheque con más de dos ceros

es otra cosa. ¡¡¡Menudo Personaje!!!

***

 

EN EL MANICOMIO

 

Ves que hay locos que no lo son tanto,

Otros son locos desde/hasta la eternidad,

Ruina, pesadilla, retroceso y espanto,

Adelanto(des)igualdad, asocial sociedad.

Si callo, si cierro la boca, si me achanto,

Si hago, (des)hago, contra la contrariedad,

Unos en dosis de veneno buscan cuanto

Les otorgue la señora de la lenta equidad.

Vacuidad desde el rincón de tu orfandad,

Eres ángel profano y morboso santo,

Eres el NO del bullicio gregario de bar,

Huyes de tanto en tanto, eres fugacidad,

Eres el NO de la libertad del llanto,

Eres fatalidad que te asoma de par en par,

Torpe palabra precisa, torpe oportunidad,

Eres habitación y cerrajería a cal y canto,

Aprendes otra verdad, después de tanto dar.

(Después de haber dado tanto)

Comprendes que el mar siempre es mar.

***

POEMA PARA LOS SANTOS INOCENTES

 

Me repugna el pan que di, la misa que yo os debo,

la plegaria que aprendí, cortar aquel crisantemo,

el broche donde a vos me uní, se me eriza en frío el cabello,

la paz que supliqué, la intención de aquellos rezos,

sentirme engañado otra vez, la flor muere en lamentos,

la paz replica su dicha, el calvario siempre adentro,

alta y sorda pared, ciego el agnus dei ambidiestro,

para y por mí, por y para quién, se hace ira este sosiego.

[JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, yo también me sé reír.]

(es una broma)

***

MADRE SIN DESCANSO

 

Por Cecilio Olivero Muñoz

 

A mi suegra.

 

35 días después del 30 de enero

nació una noche en el Callao

Doña Zoila Rosa Villar Otero

entre dos hermanas y dulce melao.

Tuvo adolescencia alegre y buena,

hermano pequeño muy colorao,

lejos estaba de oxidadas cadenas

y al colegio iba como está mandao.

De muchacha pregonaba alegría,

remedio tenía para la pena,

mirada pura, ella la sostenía,

se sonreía coqueta y serena,

bella muchacha, vals de zalamería,

linda flor perucha en tu luna nueva,

risa, sazón, belleza de luz y platería,

dulce rincón proscrito donde Eva

mecía matriarcados de Ave María,

reina del cocinar, ese altar la eleva,

entre comida criolla y baño maría

corona de gualdas tu cabello lleva,

y en tu cintura fina es pura joyería,

y en tu corazón la magia es buena,

y en tu horizonte es bella la florería,

y es tu verdad de miel mansa colmena.

Si se pone su traje de pedrerías

  va a traer cuatro hijas de piel suave,

ella tuvo cuatro Marías,

por eso Dios y todos saben

que ángeles puros desatarías;

si sabes a mar, si afloras sales,

dibujas lunas en tu imaginería

y en tu corazón todas te laten.

Madre de todas las Rosalías

entre dichas coses los males,

las llevas al colegio entre tropelías,

ya que dicen que todas lo valen,

ya que dicen que por ellas aflorarías

para hacer una enagua de naturales

 besos calientes que engarzarías,

y un suspiro de prisas vegetales

que en la cocina de Sara enseñarías

a tus niñas lo que tú tanto vales,

lo que tú por demás sabías

en polladas y vísperas de Carnavales,

y es esa dicha, esa fresca alegría,

cuando vienen inviernos australes

vienen primaveras con todos sus días,

vienen alondras a tus ventanales,

y en ti no existe la guachafería,

y en ti hay esencias del todo estivales. 

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